Lo sospeché durante una temporada.
No puedo asegurarte si fue cuando echaban «V» en la tele.
Ya sabes, los alienígenas lagartos que comían ratones, llevaban uniformes de cuero y pretendían ayudar y/o conquistar a la humanidad.
En teleindiscreta incluían los cromos de la serie.
El asunto es que me dio por observar a mis padres como si fuesen extraterrestres.
Algo ajeno a mi.
No pensaba que comiesen ratones cuando no les miraba.
Más bien sentía como un pálpito de que no eran mis verdaderos padres. Mi hermano y yo habiamos sido adoptados por unos marcianos.
Dirigían nuestra vida.
Estábamos en sus manos.
Quizá estábamos siendo objeto de estudio para una civilización alienígena.
Aquella sensación duró poco tiempo. Ni mi hermano ni yo somos tan interesantes.
Además mi madre siempre ha sido más de salmón ahumado que de acercarse a un Mc Donalds.
Esa sensación a veces también la tiene el empresario.
La de comer carne de rata no.
La de que la empresa se está convirtiendo en algo ajeno a él y ya no distingue si es un medio para vivir o un bicho que está controlando su vida.
Por eso una mirada desde fuera viene muy bien para revisar los procesos de la empresa.
Fijarse donde suelen estar los errores más habituales, donde se escapa el tiempo y el dinero.
Es importante encontrar sistemas adecuados que hagan que la empresa funcione de la manera más eficiente. Que permita que la empresa siga funcionando sin tener que estar todos los días encima.
En definitiva, diseccionar la empresa con cuidado para sacar lo mejor de ella.
Para que no se dedique a chuparte la vida, sino a darte beneficios y tiempo disponible.
PROGRAMA DE DESARROLLO EMPRESARIAL
PD: A veces mi hija mayor me mira raro.
PPD: A saber las secuelas que le ha dejado ver todas las temporadas de Bob Esponja.