Un empresario rompe a llorar

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La escena tiene lugar en una oficina en el polígono industrial de Canastell.

Época A.C.

Antes del Covid para que nos entendamos.

Ya llevaba unos meses con el programa danzando.

La empresa tenía un crecimiento anual sostenido de un 15%.

Los números se salían. Eso sí, la sensación de descontrol y la tensión arterial también se salía de los gráficos más a menudo de lo recomendable.

Llevábamos unos meses revisando el proceso de ventas y otras maneras de dirigir el equipo cuando uno de los vendedores soltó:

«No podemos bajar los precios.

Si bajamos los precios nos vamos a ahorcar a nosotros mismos.

Vamos a tener que trabajar muchísimo más para conseguir el mismo margen.»

Al dueño del negocio primero le tembló el labio.

Después el lacrimal empezó a segregar líquido.

Una lágrima corrió mejilla abajo.

¡¡¡ Por fin el vendedor lo había entendido!!!

Este vendedor jamás ha vuelto a ir diciendo que van demasiado caros. Defiende el precio a capa y espada. Tiene claro cual ha sido el proceso para llegar a ponerlo.

No se ha puesto chupándose el dedo y mirando por donde sopla el aire.

Hay un estudio del producto, del cliente, de la competencia y , sobre todo, de los número que maneja la empresa.

El año pasado los números de esa empresa subieron un 30%. Lo mejor fue que la tensión se rebajó bastante.

Lo COVID ha hecho que se tengan que reajustar como muchas de las empresas en 2020.

Especialmente porque una de sus divisiones ha quedado prácticamente sin actividad.

El empresario no ha vuelto a soltar ni una lagrimita.

La semana que viene haremos el cierre casi definitivo de 2020. Los números apuntan alto.

Revisaremos el GPS para tener claro las acciones que debemos llevar a cabo para seguir creciendo con tranquilidad en 2021.

Pararse a pensar.

Atreverse a hacer algo diferente.

Innovar con cabeza.

Mola mucho trabajar con empresas que quieren hacer mejor las cosas

Y dan el paso

PROGRAMA DE DESARROLLO EMPRESARIAL

PD: El mérito no es nuestro. Es de este buen empresario que tuvo la humildad de pedir ayuda.

PPD: Y el carácter de decidir los cambios que hacían falta para que su empresa y su gente funcionasen mucho mejor.

PPPD: ¡¡¡Mucho ahí!!!

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