¿Cómo se llaman los de San Sebastián?

por

Un amigo le pregunta a otro

– ¿Sabes cómo se llaman los de San Sebastián?

– Todos no.

Es de Eugenio.

A veces a alguno en el mundo empresarial le da por ponerse algo compulsivo obteniendo datos que, quizás, no sean tan necesarios. Saberse el nombre de todos los de San Sebastián puede parecer exagerado pero uno ha visto en su vida cosas muy locas.

He conocido a empresarios con síndrome de Diógenes a la hora de acumular números e informes. 

Ebrios de datos. 

Infoxicados hasta las cejas. 

Yonkis preparando el siguiente cuadro de mando para chutárselo en vena.

¿Los motivos?

Generalmente dos:

Primero. Es lo que mejor saben hacer. Acumulan información para preparar un plan sin fisuras, estudiando hasta el decimo cuarto decimal para asegurarse que nada falle.

Segundo. Tienen miedo a equivocarse. No pueden permitirse fallar y harán lo imposible por evitarlo. Aunque eso signifique estancarse en la parálisis por análisis. O no acabar de fiarse de todos los datos que tienen.

Mejor no hacer nada que equivocarse.

Es algo muy humano.

Tenemos más miedo de perder lo que hemos conseguido que de ganar algo mejor.

Solo asumiendo ese miedo y controlando los riesgos se puede crecer de manera consistente.

Con la perspectiva adecuada te puedes centrar en los datos que de verdad ayudan a mejorar la empresa y no volverte loco entre números e informes.

Si quieres un sistema sencillo para ir despejando miedos y controlando riesgos en la empresa

PROGRAMA DE DESARROLLO EMPRESARIAL

PD: Controlar lo que sucede en la empresa es lo único que no se puede delegar. Hay maneras sencillas de conseguirlo sin asfixiar al equipo y sin que pierdas el tiempo.

PPD: Por el enlace.

PPPD: Donostiarras o easonenses. Menuda tela los de San Sebastián.

Suscríbete para recibir emails como este

* He leído esa información tan interesante sobre qué vas a proteger mis datos con tu vida y la sangre de un unicornio y estoy lo bastante de acuerdo como para dejarte mi email. También tengo claro que si me aburres o me tocas las narices me doy de baja y no me darás la turra nunca más.