Estrategia para atrapar a un rey

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Yo no estoy a favor.

Pero tengo que reconocer que funciona muy bien.

En la ciudad ya han puesto las luces de navidad.

Eso significa que los centros comerciales han empezado a repartir los catálogos de juguetes.

Eso supone que mi mujer, como buena dealer, ya s ha suministrado mandanga a las fieras para que le dejen tranquila alguna tarde.

Hay que verles dibujando círculos sobre los juguetes que quieren, lo que les gusta más, lo que te pides tú y así no me lo pido yo.

Una compulsión.

Bueno, a la pequeña en lugar de un rotulador habría que darle un sello directamente porque está poniendo circulitos con corazones sobre todo muñeco en el que posa sus ojos.

De todas formas no voy a enseñarle productividad personal para estos menesteres. La idea es que estén entretenidas.

A los niños hay que contarles mucho y comprarles poco.

Pero cuando se empiezan a tirar de los pelos los cuentos no siempre surgen el efecto deseado. 

La mandanga sí.

Es como tirarle una pierna de cebra a una leona.

Se le olvida la pelea.

Tengo claro que con esta práctica les convertimos en aprendices de consumista nivel jeque árabe de vacaciones en Puerto Banús.

La tranquilidad en casa tiene un precio.

Hay que asumirlo. 

Esta vez ha vuelto a ser la mediana.

«Papá, el violín voy a ponerlo en la carta de la tita porque me he dado cuenta que los reyes hacen más caso a las cartas de los adultos que a la de los niños»

Bueno.

Con siete años ya tiene clara la lección. 

Hay que saber qué pedir, a quién pedir, cómo pedir y cuándo pedir.

Dudo poco que la tita de sus amores le deje sin violín.

En el proceso de ventas pasa algo parecido. 

A veces parecemos niños pequeños sin entender que no nos compren con lo bueno que es nuestro producto o servicio.

Tiramos de mecanismos, repeticiones, persecuciones, improvisación,…

Y la venta, aunque hay que interiorizarla y dirigirla con elegancia, tiene mucho más de proceso que de arte.

¿Cuándo ha sido la última vez que nos hemos planteado nuestro proceso comercial? ¿Porqué hacemos lo que hacemos? Si se podría hacer algo mejor, más eficiente, más rápido, menos costoso, con mejor margen,..

Se me secará la boca repitiéndolo: Tener buenos clientes es el primer paso para mantener una buena empresa.

Hay que pelear por ellos, hay que adelantarse a lo que puedan necesitar, hay que cuidarles cómo se merecen.

Eso no se hace improvisando. Hay que dedicarle un tiempo.

Si te da por revisar lo que estás haciendo para dar un salto de calidad en tu empresa podemos acompañarte:

PROGRAMA DE DESARROLLO EMPRESARIAL

PD: Como la tita le compre el dichoso violín sí se va a acabar la tranquilidad en casa.

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