Tus decisiones te han llevado hasta donde estás.
Tus decisiones y la suerte.
Pero este segundo factor no depende de ti.
Así que centrémonos en las decisiones.
Cada vez que eliges hacer algo estás descartando otras opciones.
Coste de oportunidad lo llaman.
Siempre supone tiempo y dinero en la empresa.
A veces el coste de oportunidad es una rumia que te persigue y te bloquea para seguir avanzando.
Estamos en un mundo de opciones y hay que saber elegir.
Si no te quedas en tierra de nadie.
Hay unos cuantos rasgos comunes que tienen los buenos empresarios. Uno de ellos es sin lugar a dudas es saber tomar buenas decisiones.
¿Aciertan siempre?
Ni de coña.
Pero se equivocan menos de lo habitual y pierden menos tiempo en rectificar.
Hay tres caminos para enfrentarse al coste de oportunidad.
El primero es quedarte bloqueado en la parálisis por análisis y no hacer nada.
No te engañes. No hacer también es una decisión que tomas.
La segunda es ir improvisando en función de por donde sople el viento.
Te irá según le de al viento.
Esa opción es fantástica cuando estás de vacaciones y tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar la aventura. Sin embargo, cuando diriges una empresa te puede llevar a donde no quieres ir.
¿La buena?
La tercera.
Tener un sistema que te facilite esa toma de decisiones.
Te quita la rumia. No hay cabida para el arrepentimiento.
Tienes previstos los pasos a dar. Tomas las decisiones antes y el margen de error es más ajustado.
Es muy probable que si tienes una empresa próspera ya tengas algún sistema de este tipo implantado.
Igual lo has implantado conscientemente, igual ha ido surgiendo de manera natural, como una enredadera en la ventana.
Si consideras que puede ser muy provechoso cuidar la enredadera podemos conocernos
PROGRAMA DE DESARROLLO EMPRESARIAL
PD: Poda, fertilización y si es conveniente figuras locas de animalitos con la enredadera. Antes de que nos tapie las ventanas.
PPD: Hay quien no sabe que las enredaderas se pueden guiar para que vayan por donde interesa. Todo es ponerse a ello.