Cuentan que había un mendigo pidiendo limosna, por el amor de Dios, al presidente de un banco.
El presidente nunca le daba nada.
Un buen día le pidió por Dios y por la Virgen María.
En ese momento el presidente sacó la cartera y le dio una buena limosna.
El motivo: contaba en la petición con dos avalistas.
A estas alturas deberías saber que va a ser difícil que encuentre un chiste bueno.
Este sigue siendo malo.
Pero viene con recado.
Ten en cuenta cómo es la persona a la que te estás dirigiendo si necesitas algo de ella.
Entender sus necesidades, sus deseos, sus motivaciones, te puede ayudar a conseguir lo que quieres.
Estas motivaciones no siempre están a la vista.
Ni se confiesan muchas veces.
Nadie te va a decir que se ha comprado su coche para hacer rabiar al vecino.
Sin embargo, los concesionarios de gama alta saben que es uno de los principales argumento de compra.
Igual no se te ocurre en la vida que el presidente del banco solo necesitaba otro avalista para aflojar el bolsillo.
Cada uno vivimos en nuestro mundo.
Y no tiene porque ser igual que el de los demás.
Si identificas esas motivaciones en tu cliente se puede abrir un mundo para tu negocio.
Quizás tengas claro cuales son y sepas que hacer con ellos.
Si no lo tienes tan claro y quieres aprovechar el tiempo
PROGRAMA DE DESARROLLO EMPRESARIAL
PD: Es impresionante la fuerza que tiene sacar nuevos ángulos de persuasión para tu cliente.
PPD: Intentarlo por tu cuenta será más barato en dinero.
PPPD: Si lo haces acompañado podrás comprobar lo rentable que resulta y el tiempo que ahorras.
PPPPD: Tú mismo. Siempre puedes dejar lo importante para más adelante. Hay muchos incendios que atender.