Los últimos meses he estado trabajando duro en la web.
Una de las cosas más duras que he hecho ha sido ver los sitios de la competencia.
No sé si lo hacemos todos.
Destacaban dos cosas.
Gente dándose la mano.
Tipos alcanzando la cima de una montaña.
Vamos, no jodas.
En pleno 2020 lo que se lleva es saludar como los raperos. Todo son codos y chocar el puño. Mira que han pasado meses y aún no se los códigos. Me siento dentro de un video juego de kung fu cada vez que veo a un conocido.
Como le de la mano a alguien y se entere mi mujer igual me pone de patitas en la calle.
Se divorcia antes que volver a confinarnos con las niñas mientras el resto del mundo sigue girando.
Y lo de las montañas la leche.
No lo digo porque mi tierra sea el mar.
Que lo es.
A mí me pones a pasear y como la conversación sea buena pulverizamos el camino de Santiago chino chano.
Lo que ocurre es que a mí no me ha dado por celebrar nada trepando montañas.
Haciendo otra venta, sí
Saliendo a cenar con mi mujer y amigos, claro.
Jugando con mis hijas en el parque. Muchas veces.
Continuando trabajando, casi siempre.
Pero quedarte sin resuello, alguna agujeta, lleno de polvo, sabiendo que luego toca bajar y que cuidado con no despertar a las niñas con la ducha. No jodas.
Subir una montaña sirve de poco para arreglar una empresa.
Coger la montaña de cosas que no acaban de funcionar en la empresa, fijarte en lo que quieres cambiar y ponerte manos a la obra ya es otra cosa.
Sin excusas, sin polvo del camino.
Aquí queremos que vivas mejor, las florituras y las tonterías para poses de instagram.
Si quieres celebrarlo a lo grande.
PD: Menos de campo que el alicatado de la cocina.
PPD: A mí me gusta ver por dónde van los demás.
Para hacer justo lo contrario.