A mi el regalo de Navidad ya me lo dieron este martes.
Con uno de nuestros cliente revisábamos el cierre del ejercicio y por donde íbamos a mejorar la empresa en 2021.
En esto me dice:
«Los números han ido bien. No tenemos tanto para repartir entre los socios pero la empresa se ha fortalecido.
He aprendido a que hay decisiones que tengo que tomar antes, no hay que dejarlas reposar hasta que se pudran.
¿Lo mejor?
Entro a trabajar más tarde. Despacho los temas del equipo en el desayuno. Dos tardes a la semana salgo a practicar mi deporte favorito.
A veces vengo a la oficina cuando no hay nadie. Pero lo hago a gusto. Adelanto trabajo.
Ya no es como antes, cuando no daba para más y había que seguir forzando la máquina.
Haciendo sin tener claro hacía donde iba. Dejándome la vida.
Pensaba que vivir era eso.
Ahora ya sé que no tiene porque ser así.
El mundo no me ha parado, yo he parado mi mundo. A una velocidad que se puede manejar.»
A mi que los números cuadren y que el equipo funcione mejor me encanta.
Pero cuando conseguimos que un empresario vea el mundo de otra manera, es cuando cobra sentido nuestro trabajo.
Bueno, cuando cobra sentido su mundo y nosotros cobramos su sucio dinero.
Todo hay que decirlo.
Si no eres alérgico a los desengaños
PROGRAMA DE DESARROLLO EMPRESARIAL
PD: Vivir con agobios permanentes no es manera de vivir.