Hay veces que paso un mal trago.
Estoy en el despacho.
Se ha hecho la hora de volver a casa.
Mi mujer me recuerda que después de toda la tarde con las nenas el pacienciometro se está fundiendo.
Recojo, reviso la agenda del día siguiente y salgo al trote.
Sin embargo, a veces ocurre algo.
No es traumático pero ocurre algo.
Bajo las cinco plantas por las escaleras,
llego a la puerta de abajo,
abro,
y el vecino del primero, que ya está algo talludito, abre la puerta del ascensor.
En el bajo.
Empieza a acercar a la salida.
A su ritmo no.
Más rápido.
Cómo puede el hombre.
Yo estoy aguantando la puerta.
Le sonrío,
Le saludo.
Le veo sufrir moviendo las articulaciones más rápido de lo que debería hasta que llega a la puerta.
Le saludo otra vez.
Me mira con una expresión entre el agradecimiento y el agotamiento tras haber corrido un maratón.
Después sigo a mi trote para enterarme cual de las niñas le tocaba llamar la atención.
Por tardar un minuto más en llegar a mi casa no pasa nada.
Pero la agonía que sufre el vecino por alcanzar la puerta no me parece bien.
No hay necesidad de sufrir porque yo trate de ser educado.
¿Estoy siendo educado por abrir la puerta o estoy puteando vivo al buen hombre por algo que me han metido en el coco que hay que hacer?
Igual el esfuerzo de tirar de la manivela sea menos costoso para él que tratar de adelantar un pie y el otro para llegar un poco antes al umbral.
Un día se me cae al suelo de un infarto y ya verás la que se lía por tratar de ser amable.
Éstos son problemas de primer mundo.
Mientras lo escribía, ya se me ha ocurrido una solución bien sencilla. La utilizo cuando hay problemas de equipo en una empresa.
El lunes mismo la aplico.
Salvaré mis buenas intenciones y la salud del octogenario.
Todo bien.
Eso es pararse a pensar un segundo en un problema.
Si en tu empresa sospechas que puede haber hábitos adquiridos que, quizá, estén lastrando los resultados que obtienes, tenemos un servicio que te puede interesar.
Se basa en entender cómo se hacen las cosas en tu empresa, revisar procesos y sistemas, proponer ideas de mejora e implementar lo que mejor resultado pueda dar para tu negocio.
Según tu sector, tu equipo y cómo seas tú mismo.
No conocemos mejor manera de hacer crecer una empresa.
PROGRAMA DE DESARROLLO EMPRESARIAL
PD: Pasa por el enlace.
PPD: Tenemos una reunión en un sitio mucho más cómodo que el descansillo de mi edificio.
PPPD: Estudiamos si te podemos ayudar.
PPPPD: Empezamos a revisar los buenos hábitos en tu empresa, a trote pero sin infartar.
PPPPPD: Disfrutas los cambios. Para siempre.
PPPPPPD: Si tú quieres, claro.